Más allá de los perros de Milei: la libertad de prensa y la salud mediática en Argentina El debate sobre el número de perros en la residencia presidencial de Javier Milei abre la conversación sobre la libertad de prensa en Argentina, ¿qué dice este episodio sobre la tensión entre el presidente y el periodismo

El debate sobre el número de perros en la residencia presidencial de Javier Milei abre la conversación sobre la libertad de prensa en Argentina, ¿qué dice este episodio sobre la tensión entre el presidente y el periodismo?

Esta pregunta ha desencadenado un debate sobre la transparencia gubernamental, la salud mental del presidente, la libertad de prensa y el derecho fundamental de los ciudadanos a estar informados.

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En medio del sacudón por las crecientes tensiones sociales y políticas, una historia aparentemente trivial ha tomado protagonismo en Argentina. ¿Cuántos perros viven en la residencia presidencial de Javier Milei? . Esta pregunta ha desencadenado un debate sobre la transparencia gubernamental, la salud mental del presidente, la libertad de prensa y el derecho fundamental de los ciudadanos a estar informados.

La saga, que comienza en 2018 tras la clonación de Conan ―el mastín inglés que acompañó a Milei entre 2004 y 2017―, ha captado la atención de propios y ajenos debido a distintas declaraciones hechas en el pasado por el primer mandatario argentino, en las que insinuó que llegó a comunicarse con Conan a través de una médium, que sus mascotas son sus principales asesores y estrategas políticos, y que debido a la pandemia sus perros “perdieron el hábito de manada” y por eso ahora debe pasar tiempo individual con cada uno de ellos. Esta narrativa, que podría considerarse extravagante, adquiere una dimensión preocupante cuando se mezcla con la realidad política del país. 

Lucas, Milton, Murray, Robert y Conan son los nombres de los 5 mastines a los que el ahora presidente dedicó su victoria el pasado 13 de agosto, cuando se impuso en las primarias argentinas. Sus “hijos de 4 patas”, como él los llama, han sido una suerte de misterio para el público, pues algunos aseguran que aunque el Conan original ―que falleció en 2017― fue clonado en cinco cachorros, uno de ellos murió años más tarde, dejando a Milei con solo cuatro mascotas. Sin embargo, hace algunas semanas, en entrevista con Andrés Oppenheimer para CNN en español, el periodista se refirió a los cuatro perros e inmediatamente fue corregido por el presidente Milei, quien sostuvo que son cinco. La polémica revivió rápidamente y volvió a poner este asunto en el centro de la discusión. 

Las declaraciones fluctuantes sobre el número exacto, la ubicación y la condición de los animales ha provocado un torrente de preguntas sobre la coherencia y la estabilidad mental del presidente. El pasado lunes 22 de abril, en conferencia de prensa en Casa Rosada, el periodista Fabián Waldman, de FM La Patriada, le preguntó al vocero presidencial, Manuel Adorni, al respecto. «Hay una duda en el contexto del presidente Javier Milei. Por ahí es un tema banal, pero muchos se preguntan si efectivamente hay cuatro o cinco perros en la Quinta de Olivos», consultó el periodista, a lo que Adorni respondió fastidiado diciendo: «No entiendo en qué te cambian que sean cuatro, cinco o 43 conejos, ¿cuál es la diferencia? Hay un nivel de insistencia en este tema, [y] si el presidente dice que hay 5 perros, hay 5 perros y se terminó. ¿Qué problema hay? Puede haber cuántos perros el presidente se le ocurra tener».

La respuesta evasiva del vocero presidencial volvió a sacudir las redes sociales, por lo que este 25 de abril, Jonathan Heguier, corresponsal de El Destape TV en Casa Rosada, repitió la pregunta: “No quedó muy claro todavía si son cuatro o cinco. Vos decías que no importa el número. [Pero] que haya cuatro o cinco perros ya no es el problema del presidente sino de todos los argentinos, porque si el presidente tiene cuatro y ve cinco estamos hablando de una persona que ve algo que no se condice con la realidad; por eso nos interesa el número de los perros”, mencionó el periodista, quien recibió una dura respuesta de Adorni: “Lo que sugerís me parece de una falta de respeto sobre decir que Milei habla con cosas que no existen. Me parece una cuestión absolutamente irrespetuosa. Es meterse con su familia. Lo que dijiste me parece absolutamente desubicado”. Nuevamente, la respuesta de Adorni sólo alimentó especulaciones sobre el bienestar de los animales y la salud mental de Milei. 

Más allá de la anécdota aparentemente irrelevante sobre los perros presidenciales, este incidente ha planteado otras cuestiones fundamentales y se ha convertido en la representación de otras tensiones subyacentes entre el gobierno de Javier Milei y el periodismo, pues en una nación donde el aumento del desempleo, el alza de la inflación y las polarizaciones sociales forman hoy el telón de fondo de un drama político continuo, estos constantes roces entre el gobierno y la prensa empiezan a complejizar aún más el escenario para la democracia.

Milei contra la prensa 

El papel del periodismo en una democracia no se limita a reportar eventos o declaraciones oficiales; se extiende a cuestionar, investigar y garantizar que la verdad sea accesible para el público, incluso si eso significa incomodar para encontrar las respuestas sobre los más poderosos. Por eso, la actitud del gobierno de Milei hacia la prensa, marcada por el desdén y la hostilidad, ha planteado un desafío significativo y ha reafirmado la necesidad de un periodismo incisivo y persistente.

Esta tensión no empezó con la llegada del palermitano a la presidencia. Reporteros Sin Fronteras recopiló en un informe de 2023 varias ocasiones en las que, desde 2018, Javier Milei ha atacado a la prensa. Los agravios pasan por insultos como «ignorantes», «estúpidos» o «burros”, y alcanzan incluso las amenazas y los juicios civiles. Desde sus inicios como cronista económico hasta hoy, siendo presidente de la nación, Milei no ha bajado nunca la guardia con el periodismo; de hecho, durante sus años como diputado ―entre 2021 y 2023― llegó a tener más de 20 incidentes con la prensa, según los registros de la Academia Nacional de Periodismo (ADEPA) y el Foro de Periodistas Argentinos (FOPEA).

Durante su campaña presidencial el mal trato al periodismo no fue diferente, incluso se masificó, pues los ataques no venían solo del entonces candidato sino también de su equipo y sus seguidores. Así lo muestra Reporteros Sin Fronteras, que recuerda, por ejemplo, que durante un mitin político en Rosario Milei empujó a un reportero diciéndole: «Esto está abierto a cualquiera, no a ustedes». En esa misma línea de desprecio por la labor periodística, llamó «mentirosos» a Chequeado, después de que la agencia le hiciera un proceso de verificación a una de sus entrevistas con La Nación+. Otro de los hechos se presentó el día de las elecciones presidenciales cuando, mientras Milei votaba, el equipo de la televisión pública Canal 7 fue agredido por colaboradores de La Libertad Avanza, el movimiento político del entonces candidato, quienes amenazaron y arrebataron el micrófono a la periodista Gabriela Radice.

Según este informe, la mayoría de las veces los ataques de Milei surgen en cuanto un periodista hace preguntas que no le agradan o reporta sobre temas que lo ponen incómodo. Una reacción que se ha mantenido vigente durante su presidencia y que preocupa a distintas organizaciones defensoras de la libertad de prensa y promotoras de la democracia en el país. Sobre esto, Paula Moreno, presidenta de FOPEA, menciona que Mieli “usa su escenario casi como un ring y al periodismo como el adversario que él sube a ese ring para cuestionarlo todo el tiempo en un tono sumamente agraviante”. Es un tema que inquieta profundamente ya que, dice Moreno, “genera una relación asimétrica en la que es muy difícil contestar [porque] nada de lo que sale de la boca de un presidente es igual a lo que dice cualquier otro ciudadano del país”.

Además de las agresiones al periodismo en general y a algunos periodistas en particular, desde que fue elegido el 19 de noviembre de 2023, Milei también le declaró la guerra a los medios públicos y estatales, amenazando con privatizarlos o cerrarlos porque, según él, «son agencias de propaganda kirchnerista». Esta amenaza se hizo realidad el 4 de marzo, cuando Télam, la agencia estatal de noticias argentina fundada en 1945, amaneció vallada por la Policía y sus más de 700 empleados recibieron la baja laboral por correo electrónico.

Artur Romeu, director de Reporteros Sin Fronteras, ha dicho que el estilo de Milei es comparable al de líderes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, quienes han utilizado la antipatía hacia los medios para fortalecer su base política a costa de la educación mediática de sus ciudadanos. Este enfoque no sólo mina la confianza en los medios, sino que también pone en peligro la libertad de prensa, vital para el funcionamiento de cualquier sociedad democrática. Al respecto, Moreno destaca que, si bien no se puede afirmar que este tipo de actitudes sean distracciones, sí es claro que «es el presidente el que elige a quien subir al ring de boxeo y muchas veces son los periodistas” y así logra que, mientras se habla del periodismo, no se hable de otras cosas que también son importantes.

Esta tumultuosa relación de Milei con la prensa no solo refleja una estrategia política de antagonismo mediático, sino que también plantea serias preocupaciones sobre la salud de la democracia y la libertad de prensa en Argentina. Moreno también destaca la gravedad de esta situación asegurando que, según los datos recogidos por el monitoreo de FOPEA, entre el 10 de diciembre de 2023 y el 19 de marzo de 2024 se registraron 37 casos de ataques a la prensa en el país, de los cuales 15 tuvieron como sujeto agresor al Poder Ejecutivo Nacional. Es decir, 4 de cada 10 agresiones a la prensa tuvieron como protagonistas al presidente Javier Milei o a su equipo de trabajo.

¿Pero cuál debe ser el papel de la prensa argentina en este contexto? Ante este cuestionamiento Moreno afirma que hoy más que nunca los periodistas argentinos están obligados a hacer más y mejor periodismo, porque es la única manera de contrarrestar las agresiones y garantizar el derecho de la ciudadanía a estar informada. Sin embargo, la presidenta de FOPEA también es clara al mencionar que esto significa que “los periodistas también debemos revisar nuestro trabajo, ser capaces de mirar hacia adentro de nuestras prácticas, de trabajar a conciencia, de volver a nuestra esencia para hacer periodismo con calidad aún a pesar de los tiempos, aún a pesar de esas situaciones de la industria que hoy nos apremian, nos apuran, y que en Argentina en particular, nos pone en un contexto de sobrecarga que nos expone al error todo el tiempo. A pesar de todo eso nuestra prédica es siempre responder con más y mejor periodismo, porque estamos convencidos que este es un gran aporte a la calidad institucional Argentina que tenemos que recuperar “.

La importancia de la transparencia y el derecho ciudadano a la información

Formular preguntas, muchas veces incómodas, es parte del oficio de un periodista, y responderlas es una obligación de los gobiernos democráticos, pues es la mejor forma de mantener la transparencia con la ciudadanía. Preguntar o no sobre cuántas mascotas tiene el presidente argentino es entonces una tarea normal de la prensa, sobre todo cuando se tiene en cuenta que la residencia oficial de la presidencia fue remodelada para recibir a los animales. Sobre esto, Moreno afirma que «los medios deben seguir indagando sobre este y cualquier otro tema que involucre actores públicos»; eso sí, destaca que esto solo será posible «siempre que sea dentro de los cánones éticos y profesionales” entendiendo la importancia de que la prensa mantenga su rol de vigilancia, sobre todo cuando se trata de asuntos y fondos públicos. 

Por otro lado, estos hechos también hacen evidente que la salud mental de un líder es siempre un asunto de interés público, especialmente cuando este líder muestra signos de comportamientos erráticos o decisiones cuestionables. En el caso del presidente argentino, sus obsesiones, agresiones y reacciones plantean preguntas legítimas sobre su aptitud para gobernar. Este tema fue puesto sobre la mesa durante los debates presidenciales del año pasado, cuando una ciudadana presentó un amparo ante la justicia electoral sugiriendo que los candidatos a la presidencia también fueran sometidos a pruebas psicotécnicas como cualquier otro funcionario que ocupa un cargo público. Dicha solicitud, que fue negada, luego se hizo centro del debate entre los candidatos Javier Milei y Sergio Massa. 

Al respecto, recordamos una de las respuestas de Yolanda Ruiz en el Consultorio Ético, en la que afirma que “efectivamente la salud de los servidores públicos, y en particular de un mandatario, es un asunto de interés público. Por lo tanto conviene recordar que el derecho a la privacidad de altos funcionarios tiene límites cuando hay de por medio el interés prioritario de la sociedad para tener acceso a información que puede afectar el devenir de un Estado”, algo con lo que coincide el maestro Javier Darío Restrepo quien afirmaba que “el derecho a la intimidad no es absoluto y admite excepciones que lo hacen relativo, especialmente cuando se trata de personajes públicos que, por serlo, admiten, o deben admitir que hay una parte de su intimidad que puede hacerse pública cuando podría afectar el interés público”. 

Este acceso a información veraz y confiable es, además, el fundamento de una democracia saludable, ya que los ciudadanos informados están mejor equipados para participar activamente en la vida política de su país. Sin embargo, cuando un gobierno restringe este flujo de información o hace el trabajo de la prensa mucho más hostil y peligroso de lo necesario, compromete la libertad de sus ciudadanos y su derecho a tomar decisiones informadas. Por eso, más allá del entretenimiento que las anécdotas que recopilamos aquí puedan proporcionar, subyace un derecho fundamental: el de los ciudadanos a entender y evaluar la conducta y la capacidad de quienes los gobiernan. La salud mental, las decisiones personales que afectan el uso de recursos estatales, y la transparencia en la comunicación son todos aspectos esenciales que los ciudadanos y la prensa tienen el derecho de examinar.

El incidente de los perros, lejos de ser una historia irrelevante, se convierte en un punto de partida para discusiones más amplias sobre la ética periodística y la rendición de cuentas en Argentina. Nos recuerda que el rol del periodismo no es sólo replicar información sino hacer veeduría para exigirle a los gobernantes tomar responsabilidad de sus acciones y para educar al público sobre sus derechos fundamentales.

Los gobiernos que contestan preguntas, sin importar cuán pequeñas o «insignificantes» puedan parecer, y el periodismo que persiste en su búsqueda de respuestas, son pilares fundamentales de una democracia saludable y funcional, pero para lograr esto es necesario tener un entorno en el que la prensa pueda operar libremente y sin temor a represalias, una labor que solo será posible con el accionar conjunto de toda la sociedad.
 

Nota de la Red Ética – ¿Hay relevancia en los asuntos aparentemente triviales?

En la Red Ética creemos que en el mundo mediático hay muchas cosas que, aunque a primera vista parecen ser una distracción banal, en realidad son una ventana a cuestiones más profundas sobre el comportamiento de las audiencias, las responsabilidades de la administración pública, el accionar de los poderosos e incluso los puntos ciegos del periodismo. En un país agitado por las crisis económicas y sociales como Argentina, la insistencia de la prensa en aclarar estos «pequeños» misterios no es un capricho sino un imperativo ético. La salud mental de un líder, como sugiere la controversia de los perros de Milei y su constante agresividad con la prensa y los sectores sociales, es indudablemente un asunto de Estado, dado que influye directamente en su capacidad para gobernar efectivamente.

En un mundo ideal, el periodismo priorizaría siempre los asuntos de grave importancia política y social. Sin embargo, la realidad muestra que las noticias que capturan la atención pública no siempre son las más «serias» en términos tradicionales. La historia de las mascotas de Milei, aunque pueda parecer superficial, es un prisma a través del cual se evidencian varias de las preocupaciones más apremiantes de la Argentina contemporánea: la estabilidad mental de sus líderes, la transparencia gubernamental, el uso de sus recursos estatales y la salud mediática e informativa del país.

La tendencia a desestimar temas que cautivan al público general puede ser peligrosa, especialmente en una era en la que la mayoría se informa a través de redes sociales y cadenas de WhatsApp. Ignorar estos temas puede impulsar y acrecentar la popularidad de figuras autoritarias y desestabilizadoras, restándole importancia al periodismo riguroso, lo que puede minar aún más la confianza de las audiencias en los medios de comunicación y dejar un espacio aún más amplio para la desinformación. 

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