DÍA DE LA TIERRA
PLANETA TIERRA NO HAY PLAN B
BACATA MUTANTE Y RESILIENTE

#Alto Màs cerebro menos cemento

Mirar desde la tierra, vivir desde el agua, ser desde el aire…
En cada sitio, común, nuestra casa, el barrio, la localidad, el municipio, el departamento, la región, la nación, el planeta, es tierra, agua, aire; esos lugares comunes a todos, desde siempre, son, han sido, serán epicentros, puntos de fuga en cada segundo que lo andamos, es un planeta en suma de seres vivos, especies, muchas de ellas extintas, humanidad en medio de una pandemia que cobra vidas, como una tercera guerra mundial; con los pies en la tierra, se teje el caminar, el génesis de vida de las especies se debe a su habitad, lugares comunes en el encuentro de la existencia humana, social. Ahí, en tierra, por siempre han estado presentes las fuerzas de la biodiversidad, tierra, agua, aire, los vitales que han definido la existencia de las razas, el planeta tierra, se soporta como casa, tierra, agua, el aire. Un todo.
La permanencia fértil, prolífica, se concreta en la unión indivisible e integral de remedar, copiar, repetir, clonar el modelo biodiverso del planeta, todo cuanto somos nos define como seres bióticos, también llamados seres vivos, como las plantas y los animales, si, no que también hay elementos abióticos o no vivos que interactúan con ellos, los físicos, la luz solar, la temperatura, la presión atmosférica, el clima, el relieve del suelo, es decir el perfil que se ve de montañas o llanuras de elementos químicos, componentes del aire, agua y suelo; de la naturaleza, unidades de la inmensidad de los órdenes esclarecidos por la ciencia, la matemáticas, hoy códigos binarios, estructuras en bloque, minería de datos, por definición la historia contenida en números, letras, en escritos de la humanidad. La supremacía planetaria, tierra, agua, aire, indivisibles, inseparables del globo terráqueo, orden del universo.

Ahora más que nunca, en medio de la cuarentena, entendemos que somos uno, solo uno, único territorio, terrestre, global; poseemos una sola casa, la nave en la que viajamos, día a día, mes a mes, año a año, vida tras vida, generaciones; nos han precedido, en este viaje a través del universo, no hay un planeta B, una segunda oportunidad para la humanidad, es aquí o aquí. No hay otra casa de campo, no hay, otro lugar que nos albergue en el universo. El planeta azul, por su forma esférica es una gota de agua en las dimensiones del orden del todo, esta esfera terrestre que se sostiene en pie por el oxígeno vital de la atmosfera, un invisible titán la gravedad nos sostiene, un líquido sagrado, inexistente el todo el cosmos, por lo tanto único, alimenta la vida, agua, dadora. El elemento tierra, piel, superficie que sostiene cuanto se posa en ella, guijarro, cavidad del agua, su supremacía sobre la faz de la tierra define al planeta líquido, tal como lo define nuestra estructura corporal.

Somos el planeta tierra, somos el planeta agua, somos el planeta aire, esta inseparable unión es el germinar de todo cuanto nos rodea, ella y el, exhalan como soplo divino, el aire, oxigeno, elemento integrador de un todo, está en todo, en todas partes, todo lo condiciona, su presencia vital, la suma de la tierra, el agua, el aire, piso que nos soportan en pie, homo erectus, hemos caminado 2.020 años, millones antes, la existencia de la tierra firme no depende de nosotros, nuestros errores nos pueden borrar de la faz de las especies vivas inteligentes del planeta. Tierra agua aire permanecerán; lejanos imperios caídos, nos lo enseñaron.

Primigenia Pangea, retorna a sus orígenes, los continentes una vez cohesionados en uno, una vez más, hoy unidades totales inseparables, el océano se abre, una sola la humanidad, está en pie, sola, una fuerza total de la tierra nos alecciona, sin un habitad limpia, la humanidad correrá las consecuencias, como una sola aldea global, será impactada; ahora, puede ser infectada, destruida, por un minúsculo enemigo; no hay imperio que no se doblegue ante él. El elixir de la existencia de la vida biológica humana, existente, no tendrá otra oportunidad.
Como una realidad ambiental, somos su síntesis, seres espirituales, comunes entre todos, sobre su piel; una especie, nos une desde el nacimiento existencial de la vida como homo sapiens, hasta el ocaso de la biología viva de esta, especie. Hoy el mensaje es tenaz, tener una segunda oportunidad sobre la tierra; estamos siendo llamados a retornar como la semilla que se multiplica sobre la fértil pradera, la suave colina, la inalcanzable montaña de simas de agua perpetuas. Por alguna razón poderosa, al igual que Machu picho, Bacata, Tecno chitan, Egipto, Roma, China; unidos por la geografía de los continentes; dentro de él, pareciera nos gritaron, soy una sola, los países, epicentros, sus ciudades en medio de la espesura de la naturaleza, como islas, antes, ahora son el foco de la enfermedad mundial, parias, errores ambientales.
En medio de la grandeza de la tierra, del verde, las ciudades son veredas, no tan placidos pueblecillos, un modelo de concentración habitacional, a lo que sumado en unidades habitacionales, mega concentradas, define a este modelo la súper concentración, el hacinamiento de la vida, generando un desgaste monumental que afecta los vitales, tierra, agua, aire; hoy tal afectación, deformadora, monstruosa, toxica, nos habla, el coronavirus, es la excusa, para reflexionar, el encierro, aislamiento, la cuarentena, la perdida de la libertad, del libre albedrío, la casa como una cárcel, la perdida de la libertad; desligada la humanidad del espacio, del campo, del espacio público, del disfrute del campo abierto, del aire libre y limpio, ahí está la libertad, cuartada, encerrada entre rejas, muros, una cárcel, llamada ciudad; laberintos de cemento, focos de contaminación e irracionalidad, con el entorno; asistimos al genocidio de la tierra, lixiviados, tóxicos, vívenos vertimos, fumigamos, desforestamos, hacemos de la tierra un sepulcro.
El agua, las fuentes hídricas, humedales, ríos, lagos, paramos, el océano del planeta azul, son el centro del mostro, asesino, el devorador de vida, llamado contaminación, putrefacción, lodazales, campos desérticos, aguas antes cristalinas, antes azules, cubiertas de basura, de derrames de petróleo, de desechos de trasatlánticos que depositan su desechos, retro excavadoras, perforadoras, gigantescas aspiradoras de las profundidades, desangran el subsuelo marino.
El océano se ha convertido en el vertedero de las aguas negras de los continentes, hoteles, ciudades costeras; desde Bogotá las aguas negras recorren todo el país, vía el entonces gran rio de La Magdalena, hasta Bocas de Ceniza, si frente a Cartagena, allí, cientos, miles de turistas, envueltos en bronceadores, aceites industriales, que se enjuagan en el azul marino; residencias, conjuntos habitacionales y la infra estructura hotelera, pasa factura al agua, llevando sus cañerías, al mar. El veneno que intoxica la vida marina; un continente de basura, frente a África, a no pocos kilómetros por donde el primer hombre le diera la vuelta al mundo, Magallanes; cinco islas de basura, la mayor frente a Hawái, la famosa y paradisiaca, isla, esta accionar humano impacta el agua, la vida marina, arrecifes milenarios hoy son una fotocopia gris de la maravilla marina, anterior, llena de vida, todo cuanto toca, lo marchita, ahí están las plataformas de petróleo, los buque que en accidentes monumentales, han depositado el petróleo al océano; al final del camino, el producto llamado oro negro, que cubre a pocas manos de riqueza, sumerge el océano en la miseria, petróleo procesado químicamente, manipulado por el hombre, termina en balas microscópicas que terminan masacrando la vida marina.
La afectación de la vida del planeta, nuestro hábitat, el planeta tierra, agua, aire; sin él, no sobreviremos.
Los estándares alcanzados de envenenamiento del aire; nuestro oxigeno ha sido infectado, contaminado con millones de toneladas de monóxido de carbono, el veneno perfecto que nos asesina, al combustible de los aviones, que acaba con la capa de ozono, tal como todos los gases efecto invernadero que la industria del mundo, le entrega al aire. Por ello, nace, el concepto del efecto invernadero.
Una segunda oportunidad sobre la tierra.
De las metrópolis, mega ciudades, urbes, debemos caminar a un contra modelo, traducido en la suma de pequeñas unidades territoriales, proporcional mente distanciadas, que permita la auto regulación, el control persona a persona, la auto sostenibilidad, metro por metro, definir las medidas y pesos de desechos que podemos producir y definir su destino final, los desechos que contaminan que generamos, después de la carga industrial que se produce y sus enormes costos para la vida humana, deben ser revisados por los ciudadanos, en quien recae toda la responsabilidad de lo que pasa, por consumidores, pasivos, por consumidores rapaces; cada quien tiene que pagar el costo, con encierro; su propio costo de libertad por la defensa del ambiente. Sí, todo es controlable, por la inteligencia del hombre, no quiere decir ejércitos de policías, si, ciudadanos veedores de esta realidad.
La auto regulación, el auto cuidado, como lo hacemos hoy con el coronavirus, debe equiparase al cuidado al ambiente; la producción de desechos, son una oportunidad para demostrar ese talento, la regulación del uso de productos que a diario arrojamos a los sistemas de drenaje, aceites, jabones, champú, enjuagues vocales, hilo dental, limpiadores de losa, pisos paredes; a lo que se suma, basuras plastificadas, plásticos, icopor, sintéticos, bloqueadores solares, bronceadores, tinturas, toda esa inmensa suma de productos, químicos, procesos para el bien estar del consumo, consume la tierra el agua, el aire, la vida.
Ahora bien, después de darse cuenta la humanidad que el cigarrillo asesina con el cáncer, que pasa con los cigarrillo y sus colillas, con la goma de mascar, el uso de vehículos contaminantes; la combustión de gasolina, cambio de aceite, desecho de neumáticos, desgaste de llantas, uso de químicos en procesos profesionales, impresión de papel, procesos gráficos, uso de esprite, miles de productos derivados del petróleo.
La suma de cada uno, es la totalidad del arrasamiento de las fuentes hídricas; el otro total, dos y tres y cinco o más personas, que súmanos millones de habitantes, vertimos, arrojamos lejos de nuestra vista todo cuanto no utilizamos, enterramos lejos de nuestra vista, rellenos sanitarios, donde no sobre viven sino bacterias, a un allí, no termina nuestro destrucción de la tierra, del subsuelo de la contaminación de las aguas del subsuelo, de los humedales, de las fuentes hídricas, lagos, ríos y de ahí al océano. Hoy la Tierra, está acompañada por un continente y cinco islas de desechos plásticos; ya no tierra firma; capas, sub capas de millones de toneladas de polímeros, que a diferencia del muchos productos que fabrica la humanidad no se descompone, se dividen en partículas, micro partículas que son alimento de las especies marinas, todas las especies de peses existentes, y los extintos que llegan a nuestras mesas, a nuestras casas y de los que nos alimentamos a diario, tienen en su cuerpo carnosa contaminantes tóxicos, que comemos, que consumimos, de los que nos alimentamos; alimentos que son vitales para la vida humana, para el crecimiento normal de la vida en los bebes, los niños, la adolescencia y las escalas de tiempo de la especie humana.
A ello se suma el consumo de carne de res, el ganado vacuno, porcino, las aves, gallinas, por la industrialización a escalas extraordinarias, están socavando extensiones de áreas verdes, antes bosques, selvas, vitales para la subsistencia de la especie humana, de los animales, de las especies en general, son arrasadas por la mega industrialización, la quema controlada, la explotación descontrolada, la superproducción para Europa, Estados Unidos, los países Asiáticos, hoy, arrasan con la Amazonia, la selva más extensa del mundo que comparten; Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa, Surinam, nos pertenece a todos, el planeta, todos somos responsables.
El tercer fenómeno del cual somos todos responsables, la industrialización, el desarrollo industrial como modelo emergente, Estados Unidos, los países Asiáticos, Europa y los consumidores Latinoamericanos, estamos obligados a detener la pandemia, le tercera guerra mundial de los proceso químicos, producto de las fábricas de la muerte de la tierra, el agua, el aire de todas las especies vivas.
Ahora que millones de personas asistimos al espectáculo de la llegada del espectro de la muerte, llamada coronavirus, de miles de personas en el mundo, millones de muertos que sumados por otras virales, por guerras de invasiones a países, atentados terroristas; de planes selectivos de desaparición de nativos, campesinos, líderes sociales, defensores de la naturaleza, per se, e históricamente, ahora la selección racial, retorna como un jinete del apocalipsis. Esa inmensa, minoría que lleva a la humanidad a campos de concentración, fábricas, empresas que desarticulan la familia que asesina ancianos, inermes por inservibles, jóvenes frustrados que se suicidan, genocidios colectivos, hoy son la noticia preponderante en los medios de comunicación.
Asistimos. Nos ahogamos en nuestros propios inventos, consumistas; la contaminación y enseñamiento del hombre contra el planeta, contra la especie humana.
Todos somos responsables, unos por el uso y des huso, medido o desmedido o progresivo, sin ninguna, conciencia, otros por no controlar la producción y sus procesos contaminantes, otros por la sed insaciable de dinero y poder, en suma, nos abocamos como hoy, está demostrado, al exterminio de la especie humana. A lo que se sumaran guerras, por hambrunas, por techo, por poder y así hasta el final del imperio moderno.
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