Militares colombianos en retiro y combatientes ilegales acaban como mercenarios en múltiples conflictos repartidos por el mundo. El gobierno de Colombia calla.
“Cuando un Ejército pierde su norte ético, puede dar origen al «mercenarismo”, es la conclusión del politólogo colombiano Alfonso Manzur”.
EEUU usa todo el tiempo a empresas de «contratistas» para misiones de seguridad, los franceses tienen a la Legión Extranjera, los Árabes ricos también contratan veteranos, en fin eso es un negocio mundial.
La primera empresa de reclutamiento de mercenarios en Colombia fue la estadounidense Blackwater, que en 2009 abrió una oficina en Bogotá y contrató a 7.000 exmilitares que fueron llevados a Dubai.
La maquinaria de la guerra que produce mercenarios
El asesinato del presidente haitiano evidencia que Colombia tiene un grave problema con sus Fuerzas Armadas que, a pesar de sus fortalezas, parecen superadas por la descomposición que genera una guerra de medio siglo.
Cuba exporta médicos, Colombia mercenarios. «Es terrible escuchar eso, pero es la realidad”, dice a DW el exmilitar colombiano Alfonso Manzur Arrieta. El asesinato del presidente de Haitì, Jovenel Moïse, el 7 de julio, presuntamente a manos de un grupo de exmilitares colombianos contratados como mercenarios por la firma estadounidense CTU Security, de propiedad del venezolano Antonio Intriago, saca a flote un vergonzante y gigantesco problema producido en Colombia. ¿ Còmo y por què Colombia produce mercenario ? ¿Quiénes son los contratistas y quiénes los llamados mercenarios? .
«Este es un fenómeno surgido de más de medio siglo de guerra en Colombia, y en la que las Fuerzas Públicas, en especial el Ejército y la Armada, se convirtieron en un poderoso factor de la guerra misma”, sostiene Alfonso Manzur Arrieta, politólogo y director de Veteranos por Colombia, una fundación que «aboga por la reconciliación entre exmilitares y exguerrilleros”.
La guerra es un negocio, aunque suene a frase de cajón. «Veteranos por Colombia aprueba empero, la política de ‘seguridad democrática’, porque sin ella hubiera sido imposible hacer replegar a las FARC que, en ese momento, eran muy fuertes”, recuerda Manzur, magister en Seguridad Pública y Asuntos Internacionales. Esta estrategia del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), presentada en 2003 por la actual vicepresidenta y canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez, proponía un papel más activo de la sociedad civil en la lucha del Estado y de sus órganos de seguridad frente a la amenaza de grupos insurgentes. A pesar del gran apoyo popular, su aplicación propició graves violaciones de los derechos humanos.
La pérdida de la ética es la génesis del resto de males
«En ese marco, la alianza de miembros de las Fuerzas Armadas con el paramilitarismo dañó la ética militar”, agrega el experto, que ve aquí la génesis de lo que más tarde se conocerían como «falsos positivos” o sea ejecuciones extrajudiciales. Según la JEP, la Justicia Especial para la Paz, entre 2002 y 2008, militares colombianos asesinaron a por lo menos 6.402 jóvenes inocentes para ser presentados como bajas en combate.
¿Cuál fue efecto del trabajo conjunto de algunos militares con grupos paramilitares? «Esa unión le hizo perder la legitimidad a las Fuerzas Militares de Colombia. Hoy, muchos de mis excompañeros están en la cárcel por ello”, lamenta.
Mercenarismo: un fenómeno «muy complicado”
La Fuerza Pública de Colombia sigue siendo la mayor de toda América Latina, superando a Brasil. El número de efectivos se ha reducido, aunque su presupuesto ha crecido. Entre 2015 y 2020, según el Ministerio de Defensa, Colombia pasó de tener y mantener a 451.124 soldados, cadetes y policías a contar con 402.308 hasta septiembre de 2020. En respuesta a un derecho de petición de Colombiacheck, el Ministerio de Defensa informó que en 2020 el presupuesto del Ejército, la Armada y Fuerza Aérea fue de 11.564.339 millones de pesos, y el de la Policía de 9.701.672 millones de pesos.
El Plan Colombia, lanzado en 1999 por Bill Clinton y Andrés Pastrana en Colombia, y creado, en un principio, para combatir la alianza de la guerrilla con el narcotráfico, terminó inflando las filas de las fuerzas armadas en Colombia. «Más tarde, el mismo narcotráfico generaría otro nuevo sector: el de la seguridad privada”, describe Alfonso Manzur.
Cuando un Ejército pierde su norte ético, puede dar origen al «mercenarismo”, es la conclusión del politólogo colombiano, que lo considera «un fenómeno muy complicado”.
Colombia cuenta así con el mayor ejército de América Latina, entrenado y probado en combate y que se pensiona joven: bastan 21 años de servicio para que un militar tenga el derecho a recibir una «asignación de retiro”. Pero mientras exoficiales reciben hasta 6 millones de pesos (alrededor de 1.560 dólares) de pensión tras dos décadas de trabajo, un ingeniero electrónico en Colombia gana apenas unos 2 millones y medio de pesos de salario, unos 650 dólares. Y los soldados rasos apenas reciben el salario mínimo como pensión, que hoy en Colombia no alcanza al millón de pesos, unos 260 dólares. Tan poco, que tienen que buscar trabajos alternativos para subsistir.
Un legionario colombiano: «Somos apreciados por nuestro profesionalismo”
Raphaël es colombiano y miembro de la «Légion étrangère”, la fuerza de choque del ejército francés, que se compone de exmilitares de casi todo el mundo. «Yo mismo renuncié al ejército, porque tras haber sido herido en combate con las FARC, la institución me desamparó”, dice a DW, en un día libre de operaciones desde la selva guayanesa. Raphaël es un nombre ficticio dado por la redacción de DW para proteger su identidad.
«El Ejército de Colombia me defraudó porque cuando yo puse la frente, me dio la espalda”, agrega. Raphaël escuchó del asesinato en Haití y lamenta las acciones de «mercenarios que se creen Rambos, ávidos de sangre y aventuras, como en las películas”. Él mismo se llama «legionario”, aplicó sin intermediarios en Francia, pasó las duras pruebas físicas, psicológicas y de conocimientos y fue admitido con un contrato oficial en la Legión Extranjera, una fuerza élite adjunta al ministerio de Defensa de París.
Raphaël cuenta que, en realidad, «los colombianos somos bien apreciados, justo por nuestra alta capacitación, experiencia en campo y seriedad”. Este colombiano es uno de los que velan por la seguridad de la Estación Espacial Europea en la Guayana Francesa, pero sus operaciones también lo llevan a patrullar la selva para la prevención del narcotráfico y la persecución de los explotadores ilegales de oro, en su mayoría brasileños.
En sus misiones, los mayores riesgos que corre son la posibilidad de sufrir la mordedura de un murciélago con rabia o el ahogamiento por contacto con peces gato. La mayor advertencia de sus superiores: mantenerse lejos del mundo de la prostitución, en Guayana francesa dominada por mujeres venezolanas y dominicanas.
Raphaël no ha perdido las esperanzas de regresar a Colombia y poner un negocio, pero sí perdió su admiración por las revistas de lujo del ejército colombiano que hablan de «héroes de la patria”.
Colombia: mercenarios, solo preparados para la guerra
Un soldado se retira preparado para la muerte, no para la vida. De su desamparo se nutre el mercado de los mercenarios. “En Colombia hay una ruptura entre la Fuerza Pública y la sociedad civil”, dice exmilitar.
El problema de exmilitares colombianos que se venden al mejor postor, dentro y fuera del país, ha cobrado visos de crisis nacional de seguridad, tras las revelaciones hechas el pasado 22 de julio por el fiscal general, Francisco Barbosa, el ministro de Defensa, Diego Molano Aponte, y el general Jorge Luis Vargas, director de la Policía Nacional. Según ellos, en el atentado del 15 de junio contra la Brigada 30 de Cúcuta y los disparos hechos al helicóptero del presidente Iván Duque el 25 del mismo mes, habrían cooperado un excapitán del Ejército y dos generales.
Si bien, la mayoría de los exmilitares solo ofrecen su trabajo a instituciones serias, muchos exmilitares se han convertido en un factor de riesgo. Otros, por su parte, sufren las secuelas del servicio militar en tiempos de guerra.
«Hay soldados retirados que han terminado incluso en la indigencia porque han perdido la vivienda debido a las secuelas psíquicas de la guerra», narra Alfonso Manzur Arrieta, director de Veteranos por Colombia, organización que asiste a varios de ellos. El exmilitar y politólogo critica que, a veces, cuando algunos soldados han quedado en silla de ruedas, mutilados en combate o por una mina antipersona, el Gobierno les ha entregado viviendas, que además de estar en barrios periféricos, quedan en edificios que no tienen ascensor.
«En Colombia existe una ruptura entre la Fuerza Pública y la sociedad civil. El joven militar que se retira, busca empleo en agencias de vigilancia legales o ilegales, y la desesperación por falta de programas de atención y empleo es tal que algunos se están uniendo incluso a grupos narco-paramilitares como las Autodefensas Gaitanistas, relacionadas con el Clan del Golfo”, advierte el politólogo y veterano Alfonso Manzur.
A su juicio, «el asesinato del presidente de Haití, presuntamente a manos de mercenarios colombianos, es solo la punta del iceberg de lo que pasa en Colombia con miles y miles de soldados retirados que no reciben ni preparación para la vida civil ni asistencia psicológica después de haber vivido la guerra en carne propia y que con lo único que cuentan es su preparación para la guerra».
Soldados como mercenarios: el patrón es el mismo excomandante
Así, los soldados regulares, una vez se retiran del Ejército, no encuentran otra alternativa que postular a un trabajo en seguridad o de mercenarismo en el exterior. Y ¿quiénes son los dueños de las agencias de reclutamiento? «A menudo, los mismos altos militares que comandaban a esos soldados dentro de los batallones», responde el experto en seguridad pública. Los soldados terminan así en empresas en donde su nuevo patrón es el mismo que antes los comandaba en nombre del Ejército de Colombia.
La primera empresa de reclutamiento de mercenarios en Colombia fue la estadounidense Blackwater, que en 2009 abrió una oficina en Bogotá y contrató a 7.000 exmilitares que fueron llevados a Dubai.
Blackwater, que ahora se llama Academi, era antes conocida bajo el nombre de Xe Services LLC, Blackwater USA y Blackwater Worldwide, y es una organización estadounidense de mercenarios que ofrece servicios de seguridad. La empresa entrena a más de 40.000 personas de diversos países. Academi es considerada “el símbolo de la privatización de las guerras del siglo XXI”. Cuando aún llevaba el rótulo de Blackwater, sus mercenarios en Irak fueron acusados de torturar y matar a civiles, el 28 de septiembre de 2007.
Dante Hincapié, suboficial jefe (r) de la Armada, contratado durante varios años por el Ejército de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), calcula en El Espectador del 18 de julio, que «cada mes salen unos 50 hombres hacia los EAU». Además, según el veterano, hay exmilitares colombianos contratados en Irak, Afganistán, Yemen, Somalia, México y otros países. «Y desde cuando se definió que Catar sería sede de la Copa Mundial de Fútbol 2022, hay ofertas laborales a exmilitares para fortalecer la seguridad de ese país”, agrega Hincapié, experto en sistemas de navegación.
Asesinato en Haití, «un espejo de los falsos positivos”
Alfonso Manzur considera que lo que pasó el 7 de julio en Haití es un espejo de los falsos positivos en Colombia. ¿Por qué? En la práctica militar solo la cabeza conoce el verdadero fin de una misión; así fue como muchos soldados ejecutaron a civiles, creyéndole a sus comandantes que se trataba de guerrilleros después de haberles creado un falso escenario de combate. «En Colombia, la formación militar está siendo sustituida por el adoctrinamiento; por lo que muchos soldados creen que la lealtad no es con las leyes sino con el comandante». Según las investigaciones de la Policía haitiana, 7 de los más de 20 mercenarios colombianos habrían sabido que la misión era matar al presidente Jovenel Moïse.
Por otra parte, la Justicia Especial para la Paz (JEP) ha documentado 6.402 casos de ejecuciones extrajudiciales. ¿Cómo puede Colombia abolir estos crímenes dentro de las Fuerzas Militares que han generado estupor en todo el mundo? «Tan sencillo como tomarse en serio el respeto de los derechos humanos», responde. Y no es que los militares no hayan sido instruidos. «Se ha dado el caso que el mismo comandante que debía impartir la capacitación sobre derechos humanos, solo les hace firmar la planilla de presencia a los soldados. Y acto seguido, bien puede ser que les de la orden de matar a civiles para pasarlos por supuestos guerrilleros en combate», describe Manzur la situación.
«En Colombia urge una reestructuración de la Fuerza Pública, desde la base a la cabeza», es la conclusión de los estudios realizados por Veteranos por Colombia. Además, «debe crearse un ente civil de vigilancia guiado por la Constitución”, son las dos propuestas clave del politólogo y exmilitar Alfonso Manzur, crítico de algunas estrategias políticas. Concluye que «Colombia se mueve hacia un creciente problema que en 10 años se puede desbordar: hay cada vez más militares y exmilitares que creen necesitar la guerra, porque es lo único que conocen». Una postura que comparten con algunos políticos y partidos que, según el analista, «una vez desaparecidas las FARC, en vez de ofrecer una perspectiva de futuro a los jóvenes, buscan otro enemigo para poder seguir viviendo de la guerra». Una guerra, real o imaginada, que seguirá produciendo mercenarios.
No en vano, Veteranos por Colombia promueve una iniciativa internacional en la que participan alemanes, rusos, irlandeses y de otros países, cuyo nombre es su objetivo: Militares por la Paz.
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