“TODO ente biológico merece derechos”
Proteger la naturaleza y el medio ambiente por medio del derecho, ¿de qué estamos hablando exactamente?
Marine Calmet.
Proteger la naturaleza y el medio ambiente por medio del derecho, ¿de qué estamos hablando exactamente?
Marine Calmet.
De: Agence Française de Développement (AFD)
El concepto de derecho de la naturaleza abarca dos dimensiones fundamentales: una herramienta de contención de las actividades dañinas, que impide y sanciona las violaciones, y una herramienta de programación, que establece un marco respetuoso de los ecosistemas y organismos vivos. El derecho actual, de inspiración occidental, se caracteriza por una visión utilitarista en la que el humano domina una naturaleza considerada como objeto. Esta visión divide al mundo en dos partes: las personas y los bienes, que justifica el acaparamiento del ecosistema así como las degradaciones climaticas, ecologicas y ambientales mundiales. No obstante, ahora están emergiendo otros conceptos relacionados con el derecho.
El derecho a vivir en “un ambiente sosteniblemente limpio y sano” se reconoce actualmente como un derecho humano universal. ¿Qué valor agregado tiene el nivel jurídico adicional por el cual aboga?
M. C.: El movimiento de los derechos de la naturaleza se enfoca en inscribir principios que prohíban acciones ecocidas e incompatibles con los límites de la naturaleza, como las del sector minero en Ecuador. Esto también permite demandar a los que transgreden esos principios, como sucedió con la decisión histórica de cancelar los permisos mineros para proteger la reserva natural de Los Cedros. Este tipo de derechos obligan a los Estados a cooperar con las poblaciones locales y autóctonas, y a prohibir las actividades dañinas a su bienestar. Sin embargo, en Francia este sueño aún no se concretiza.
Las sociedades humanas actualmente dominantes son ampliamente antropocéntricas y productivistas. En ese contexto, ¿se puede imponer un derecho protector de los organismos vivos?
M. C. : El enfoque antropocéntrico divide al mundo en categorías utilitarias. A la inversa, el derecho de la naturaleza considera que todo sujeto biológico merece derechos independientes: animales, plantas, ecosistemas y poblaciones locales. Estos enfoques están ganando terreno a nivel del derecho nacional y local en Brasil, Perú.y Ecuador. Este último país es un precursor que ha reconocido en su Constitución los derechos de la naturaleza. En España, el Mar Menor (la laguna salada más grande de Europa), que sufre de contaminación agrícola, tiene personalidad jurídica desde 2022. De esta manera, se pueden hacer valer sus derechos, generar indemnizaciones, además de tener una representación con un consejo de tutela formado por ciudadanos y científicos.
¿Cómo ha evolucionado el movimiento a favor de un sistema jurídico para la protección de los entes vivos?
¿De qué manera las culturas primeras y autóctonas pueden ser una inspiración para dichas evoluciones?
M. C.: En Colombia para garantizar la protección del río Atrato, la Corte Constitucional lo reconoció como un “sujeto de derechos”, en aras al derecho humano de vivir en un ambiente sano. De esta manera quedan garantizados los derechos de los habitantes y del río, destacándose el vínculo entre derechos humanos y derechos de la naturaleza. En America Latina, las tradiciones andinas y cosmovisiones (filosofías) quechuas o amazónicas han inspirado estos derechos. En Ecuador, el concepto de bosque vivo emergió gracias al pueblo Kichwas. En Nueva Zelanda, los pueblos maoríes lograron que se aplique al río Whanganui el estatuto de entidad viva, lo que les permite defender sus intereses ante la justicia. En África, los pueblos locales luchan para preservar sitios sagrados, como el lago Alberto, al crear un estatuto y una representación para dichos sitios.
Algunas fuerzas políticas opuestas a los derechos de la naturaleza y a las políticas ambientales están recuperando terreno en varias economías importantes, ¿de qué manera la alternativa que propone puede contrarrestar esta tendencia?
M. C.: En Occidente, en donde el vínculo con las culturas autóctonas es más distante, están emergiendo otros tipos de guardianes de la naturaleza. Hay un número creciente de acciones a favor del agua, los ríos, los bosques y contra los proyectos escocidas. Pero a menudo son criminalizados por un derecho inadecuado a los actuales retos ambientales. Los defensores de la naturaleza, como Paul Watson de Sea Shepherd, son atacados por los que apoyan un discurso de colapso de los ecosistemas. La lucha por los derechos de la naturaleza permite revalorizar un importante vínculo con nuestro medio ambiente. En Francia, la batalla del agua, es un ejemplo del conflicto entre derecho privado y uso común. Los derechos de la naturaleza abren perspectivas porque, justamente, representan una herramienta de prevención de las tensiones y conflictos, permiten anticipar y evitar la destrucción de los elementos vitales de los ecosistemas. Proponen una gobernanza adaptada a los límites planetarios, y salvaguardan la paz entre los seres humanos y su medio ambiente.
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