ALERTA DEMOCRATICA. Que todo cambie para que todo siga igual.
…Pero hay más de fondo que de forma.
DEMOCRACIA CON LOS JOVENES
Custodios de semilla.
Cerca de dos millones de jóvenes salieron a votar en Colombia, en el marco de la normativa de los procesos de participación social y de el involucramiento de las nuevas generaciones como aspirantes a los Consejos de juventud, que irrigaran los consejos departamentales de juventud, consejos distritales de juventud, consejos locales de juventud desde este diciembre 5 del 2.021; estando habilitados para participar doce millones 282 mil 273 jóvenes. El diagnostico no podría ser más preocupante. Trecientos siete consejeros de entre catorce y veintiocho años conformará en su etapa inicial este mecanismo de participación en política, aclarar que será su ejercicio no pago, sin remuneración. Estas iniciativas Constitucionales democrático participativas, real mente no fueron lo que se esperaba; no arrojo los resultados que esperarían los nacionales, la opinión pública y fue una gran sorpresa para periodistas comunicadores sociales, medios de comunicación, quienes saben de primera mano cómo registra el termómetro social un nivel crítico; a hora con un fallo en violaciones de derechos humanos por organismos internacionales.
Como mecanismo de participación y involucramiento de los jóvenes en democracia sin dudas es un paso importante y fundamental; ya se registraba su entrada en vigencia hace décadas; muy a pesar de ello, esta herramienta democrática, cuyo fin es en expedito el resarcir el empoderamiento democrático representativo que exigen estos y todos los tiempos después de doscientos años de vida república y de la anhelada participación en procesos de elección en particular de los jóvenes en cada generación; en una primera etapa como veedores, tendrán en su óptica a entes como en el caso de Bogotá a las Juntas Administradoras Locales JAL, Concejo de Bogotá, las instituciones de gobierno, alcaldía mayor; a nivel regional a escalar el esqueleto administrativo desde los Concejos Municipales, como Consejeros de juventud, al menos en este primer intento, nos permite leer, una apatía total contra las entidades del estado, los funcionarios públicos, la institucionalidad. Pero hay más de fondo que de forma.
El déficit arrojado por esta jornada, no es para menos, un tema de fondo a analizar y sin superficialidades, el acumulado del codazo limpio, zancadillas, patadas, insultos, desconocimiento institucional y hasta instrumentalización de los jóvenes para fines politiqueros, clientelismo y hasta inducción por los senderos de la corrupción; ese manoseo vulgar, esa utilización, como idiotas útiles; son una suma de despropósitos de lo que se denomina el apartheid social en Colombia, que es contra negros, indígenas, mujeres, porque se vive al norte, porque se vive al sur, por ser rico, por ser pobre, por ser estudiado, por no poder acceder la educación…
Esta ecuación del descrédito de la fábrica cuya junta directiva reposa en políticos corruptos a partir del engaño, promesas, estafas; no se podía esperar más, que la represa desbordada en descontento social, los resultados de las marchas; una avalancha de acumulados, de frustraciones, de sueños sin alcanzar, de un estado social de derecho inexistente, de una clase politiquera que se ufana de dominar a una sociedad desposeída de derechos, ausente de conocimiento de educación, cultura o identidad; su meta, su meta es clara, una clase que ha desposeído a los colombianos a la sociedad de derechos legítimos, tierra productiva, comercialización y acceso a los mercados de consumo, trasferencia de conocimiento y tecnología, desarrollo a escala humana socialmente sostenible en equilibrio con la biodiversidad, investigación científica acorde a nuestra realidad; en tal medida un progreso que baje los recursos financieros multimillonarios que deja un país tan prospero en riquezas naturales a todo nivel, tratados de libre comercio, acuerdos internacionales de transferencia tecnológica, capacitación y formación permanente de la población, acuerdo con multinacionales no del estractivismo a ultranza; tala de bosques húmedos, desarrollo industrial del campo en tierras para ganado, prosperidad del campo corporativo, prosperidad de los océanos para los pueblos costeros, potenciar las capacidades hídricas de generación de energía eólica; solo para enumerar algunas que siendo el gran potencial de Colombia se ha convertido en su verdugo, el potencial de Colombia es ilimitado en investigación científica farmacéutica Bioambiental, semillas transgénicas extinguen las semillas nativas, eliminan la ancestralidad nativa y campesina, únicas en el mundo, en especies ganado originegro, más de veinte tipos de maíz; miles de semillas propias de nuestros climas, ahora en camino de las cárcel de las corporaciones internacionales.
Tales principios son los fundantes de una democracia de dos cientos años, la prosperidad de una nación; está claro, su prioridad, la plusvalía debe irrigar a toda la población colombiana, redundando en educación de calidad, salud, estado de bien estar y prosperidad a todo el territorio nacional; abandonar la práctica sistemática faraónica de una dosis mezquina, una práctica de subcultura mediocre, segregacionista, ilícita; sí que es necesario romper con esas prácticas. El negoció, la dadiva, el primero yo, segundo yo, tercero yo, una estrategia sistemática de borrar del mapa las demandas de la sociedad y que por décadas han estado representadas en las acciones legitimas de los jóvenes por demandar un estado social de derecho a través de la protesta social. Estas, las protestas continuas, mes a mes inacabables, inagotables; estas expresiones sociales son la represa de generaciones, cansadas y abocadas al agotamiento represivo donde toda forma de violencia vale; ante ello el cambio es la implementación real de la herramienta de las políticas públicas de fondo, aun llevadas más que al mecanismo legítimo de las protestas que son válidas.
Manifestaciones ensalzadas por tanta frustración, por tanta indolencia acumulada, por tanta rabio en el corazón, por tanta sin razón de ser; el resultado, a marchar; enfrentamientos, desmanes de las autoridades de la policía con resultados nefastos, para la institucionalidad; en la sociedad se rompieron los pocos vasos comunicantes entre la sociedad y el estado; más de ochocientos heridos, sesenta y tres niños jóvenes muertos, asesinados, niñas, jóvenes, mujeres violadas; que quedara registrada en cámaras y audios, donde la policía manifestaba a manera de orden “hacer con las capturadas, detenidas en manifestaciones” lo que les diera en gana, literal “hagan lo que quiera con ellas”; más de ochocientos desaparecidos, hoy se enjuicia la participación consignada en la Carta Magna de 1.991 el derecho a manifestarse a través de la protesta social, como elemento social elemental frente a las ausencia del estado social de derecho, como parte fundante cuerpo del estado constitucional de la democracia en educación, salud, calidad de vida, vida digna para los colombianos; es lo que están exigiendo, estas, como anteriores generaciones, en especial hoy en lo que atañe a los jóvenes, la familia. Se les está criminalizando; están siendo capturados, señalados, enjuiciados, y puestos en casa por cárcel en el mejor de los casos. Familias sin fuentes de ingresos, sin acceso a educación de calidad, de salud, de bien estar en general, Cali, Bogotá; Soacha, Bosa, Usme, Ciudad Bolívar, Cerros Norte,
Los medios de comunicación al hacer visible de forma subrayada la participación indebida de acciones criminales de unos pocos vándalos, que no tiene nada que ver con las manifestaciones; o lo que es claro, expresiones extremas de una sociedad agobiada y llevada al extremo de una guerra que aún no cesa, a pesar de los “simbólicos acuerdos de paz” como los asume la clase política colombiana, que escalan, desbordan nueva mente la violencia, la confrontación armada. Como se explica que una institución como la policía actúa sin control, sin mando, sin responsables, presidencia de la república, alcaldes, accionando de forma desmedida y anti constitucional, y al margen de la ley nos llevaron a la terrible imagen de la Chile de la dictadura de Augusto Pinochet. Algo que es parte de la línea editorial como noticia, en los medios de comunicación a nivel nacional, e internacional, en lo puntual lo regional y de forma sistemática con líderes asesinatos, desaparecidos, masacres, violación de la niñez. Pero más grave aún, según las encuestas que son parte de una herramienta de medición de la opinión pública, de la sociedad, frente a la pregunta el cómo percibe la sociedad las instituciones, la clase política, los funcionarios públicos y su función, antes, durante y después de las acciones antidemocráticas de la policía; tomado este pulso, escala la opinión pública a los partidos, las organizaciones políticas, los funcionarios públicos representados en los políticos tradicionales; a la sociedad se le ha desdibujado la función de los entes del estado, las instituciones adolecen de credibilidad, lo que conforma una tormenta perfecta, que luego de más de dos años de protestas en Colombia, desborda un vaticinio poco halagador para la democracia en el marco de las elecciones a Cámara, Senado y presidencia de la república de Colombia.
Como si fuera poco, echarle más gasolina a la hoguera social; a los ya profundos existentes desfalcos a la riqueza de los colombianos representados en los recursos públicos, que deben llegar a la niñez, a los jóvenes, a la familia, a la tercera edad, a la población vulnerable, a los hijos despedazados de la guerra de más de medio siglo, a la mujer colombiana; o representado en un estado de bien estar colectivo, en educación, salud, vivienda digna, en inversión a través de las políticas púbicas, a esta escalada de la toma del estado por la corrupción política, narcotráfico, parapolítica, arrastra a la sociedad como Saturno devorando a su hijo, por el caos, el inconformismo por la falta del funcionamiento de las instituciones del estado y por quienes han sido designados para la administración del país; el nombre es el de sangre de los recursos públicos, delitos contra el erario público, robo fragante de billones de pesos, dólares, desde los diferentes ministerios, el de las comunicaciones, con más de setenta mil millones, en menos de dos meses, han salido a la luz pública por investigaciones periodísticas; como se captado el estado democrático, en la línea de la toma de los recursos públicos, a través de la contratación orquestada por funcionarios desde presidencia de la Republica. Remontemos un poco la historia, la venta de Panamá, el Grupo Gran Colombiano, Odebreht, colombianos antes funcionarios público y actuales, multimillonarios con recursos gigantescos en paraísos fiscales; robo del horario público a torrentes; hoy sus protagonistas viven en Miami, España y gozan de gran honorabilidad diplomática, banqueros respetables, y financistas exitosos.
Un pensador anónimo, “Un país descuartizado por una clase rica, que odio, pero explota a una sociedad empobrecida, de un país tercermundista”, atrasado, espurio y miserable, sin cultura, ni identidad, pues aun sus riquezas, el sub suelo, tierra, agua, aire; así Panamá vendida en veinte cinco millones de dólares, obras artísticas milenarias como la representada en la cultura Quimbaya en oro con más de ciento veinte dos piezas, fue regalada para congraciarse con la diplomacia del mundo. Los intereses de multinacionales que no le dejan regalías al país, tratados de libre comercio desventajosos para los colombianos, así, suma la riqueza, la pobre riqueza de un país con dos océanos, el más biodiverso del mundo, potencia mundial en fuentes hídricas y más, mucho más, sus gentes. Un pueblo pluriétnico y multicultural, su razón de ser. Camina, marcha por sus derechos.
Por: Fernando Ballesteros Valencia
Periodista Comunicador Social Investigador
Cluster Media Comunicaciones Clsutertv.net