O muere el capitalismo salvaje o muere la civilización humana: duro editorial de Washington Post

No podemos seguir en un planeta donde el 80% de la riqueza está concentrada en el 1% de la población, dice uno de los cuestionamientos de la publicación.
Según el editorial, el capitalismo salvaje va dejando la destrucción acelerada de los recursos naturales del planeta, la explotación inhumana del hombre a la naturaleza y la manipulación de la mente para que se convierta en rehén de la sociedad de consumo.
Dice además que la nueva pandemia le ha quitado el maquillaje hipócrita a la civilización y pone como ejemplo a Italia, un país donde se pagó más de 100 millones de euros por el futbolista Cristiano Ronaldo y que, a su vez, ve cómo su sistema de salud colapsó por el coronavirus.
Donald Trump también fue blanco de crítica. Señalan que, en sus primeros 100 días, Trump destruyó el sistema de salud heredado de Obama.
Editorial The Washington Post/ O muere el capitalismo salvaje, o muere la civilización humana.

Redacción / 2 abril, 2020 99572

Traducido al español por Desmond Brown
Empezare aclarando que no soy comunista; los reaccionarios, ultraconservadores le tienen mucho terror a estos títulos; y casi siempre ante la falta de argumentos sólidos, terminan repitiendo y adjudicándonos calificativos que solo han escuchado, pero que en la mayoría de los casos, desconocen su significado. Soy un Demócrata con ideas Republicanas.
Todo el mundo habla del libro “La riqueza de las naciones” de Adam Smith, el escoses que logro articular con sus ideas, los pilares de la Economía Moderna que le dio paso al Capitalismo Moderno; sin embargo muy pocos hablan sobre el otro libro del mismo autor, “Teoría de los sentimientos morales”; que hace una crítica muy puntual a la conducta de la avaricia humana. Conociendo ya la historia desde la Secundaria, vemos que el prólogo de la misma, tuvo su origen cuando el feudalismo fue sustituido por este nuevo modelo económico.
La configuración Social, de la “Teoría de los sentimientos morales”; y “la armonía del mercado” de las riquezas de las naciones; es en sí una dicotomía que se concatena con la sociedad; esto sin olvidar la famosa “mano invisible” que mueve ese mercado.
El 20 de enero del año 2009, Barack Obama es juramentado Presidente número 44 de Estados Unidos; recuerdo muy bien su discurso.
Obama recibía un país en bancarrota, epicentro de una gran recesión mundial; he aquí un pequeño fragmento de su gran discurso: “Pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede salirse de control; y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando solo favorece a los que ya son prósperos”. Más que un discurso, fue una gran reflexión; el mercado había quedado a las sanchas de los hombres que no tienen sentimientos morales, ni empatía por la Humanidad; el mundo entero fue estremecido por el flagelo de la avaricia humana; y la economía mundial cayó de rodillas ante una dura recesión. La obsesión del oro negro, llevo a George W. Bush invadir y a atacar medio oriente, la zona donde se encuentran las mayores reservas de petróleo; el mundo jamás olvida la causa barata por la que justificaron la invasión a Irak; aseguraban que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva; la ONU, de forma deliberada avalo la invasión. Sin embargo, en el 2010, Julian Assange, fundador de Wiki Leaks, revelo la verdad de lo sucedido; y dejo al desnudo la colosal mentira tarifada que los medios de comunicación le habían contado y hecho creer al mundo; en los archivos que se filtraron, registraba la muerte de más de 100 mil personas, de los cuales el 70% eran civiles. Jamás olvidare las palabras de Assange: “La primera víctima de la guerra es la verdad”. Ese 22 de octubre de 2010, se caía ante el mundo la muralla de la mentira tarifada.
En los últimos doscientos años, nos hemos consumido la energía fósil concentrada de nuestro planeta desde sus orígenes. La danza del capitalismo salvaje va dejando por su paso, la destrucción acelerada de los recursos naturales del planeta; la explotación inhumana del hombre; y la manipulación de la mente humana para que este de forma sistemática se convirtiera en un rehén de las sociedades de consumo, que sin darse cuenta se convierta en el arma de su propia autodestrucción.
La nueva pandemia ha quitado el velo ilusionista, y el maquillaje hipócrita de la Civilización; la Italia de Rómulo y Remo, de los Cesares, de Marco Polo, de Leonardo Da Vinci, de Galileo Galilei, de Luciano Pavarotti, de Benito Mussolini, de Silvio Berlusconi, de Andrea Bocceli, de Roberto Baggio, de Paolo Maldini, de Gennaro Gattuso; la Italia que pago el fichaje más caro de su historia por el portugués Cristiano Ronaldo, 122 millones de euros; si esa misma Italia que tuvo que desconectar la respiración artificial de sus ancianos, para luego verlos morir; y que no pudo responder de la misma forma como cuando organizaron el mundial de Italia 90; porque su sistema de salud expiro en los brazos del capital privado, haciendo de salud una mercancía; lo mismo está sucediendo con España, un país que presume de una monarquía; que se ha convertido en un adorno costoso para un país que no tiene camas para atender a sus pacientes.
La pandemia ya llego a la gran nación del Norte; pero en los 100 primeros días de Gobierno, el Presidente número 45 de Estados Unidos, Donald J. Trump, destruyo el sistema de salud que había dejado su antecesor. Las consecuencias ya se están sintiendo; los arrebatos de un líder que anda por el vecindario de la aldea global, ufanándose de su “hegemonía o supremacía”; así como se llama el libro de Noam Chomsky, están llevando a la gran nación del Norte, como lo expreso hace unos días el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman: “A que su Democracia y Economía estén amenazadas por un segundo periodo presidencial de Trump en la Casa Blanca”. La crisis del coronavirus ha puesto en aprietos a Trump, ya que el haber minimizado esta pandemia le está pasando una factura en la encomia, porque la bolsa de valores se ha desplomado en estas dos últimas semanas; y existe un alto riesgo que la factura se extienda al mes de noviembre, en las elecciones.
La pandemia quito el antifaz del modelo económico de las naciones más poderosas del Planeta (Estados Unidos y China); y en el caso de Italia y España; ambos países miembros de la OTAN, que maneja un presupuesto de casi 2mil millones de dólares, se vieron como los más pobres del barrio, que fingían ser ricos, pero no tenían ni donde caer muertos. La realidad ha quitado el efecto de la anestesia del capitalismo salvaje; y ha tirado sus cartas sobre la mesa. Ha llegado la hora de replantear y de humanizar este modelo económico; y hacernos el siguiente planteamiento: ¡O muere el Capitalismo Salvaje, o muere la Civilización Humana! Como decía Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”. No podemos seguir viviendo en un planeta donde más del 80% de la riqueza, está concentrada en un 1% de la población. Me resisto a defender con mi silencio un indefendible y despiadado statu quo que concentra la riqueza de nuestros recursos naturales, y medios de producción en pocas manos, capaces de derramar sangre inocente por mantener intacto ese statu quo. Yo no puedo defender este statu quo que privatiza el agua, la salud, la educación, el viento, el sol; Derechos Humanos Universales que se han convertido en mercancías, que se encuentran solo al alcance de una minoría rapaz, voraz e insaciable; mientras las grandes mayorías invisibles; solo son visibles en los procesos electorales, disfrazados de Democracia. Una gran realidad de todo lo que pasa a nivel mundial que nos quieren tener controlados a losas vulnerables del planeta tierra porque la avaricia y la ambición y ancias de poder los tiene enfermos.
Reiniciar el capitalismo
El País / España
El ‘Financial Times’ y 200 grandes empresas norteamericanas sostienen que el beneficio de los accionistas no ha de ser el principal objetivo de las empresas. ¿Le estarán viendo las orejas al lobo?
MILAGROS PÉREZ OLIVA
21 SEP 2019 – 18:14 COT
Capitalism. Time for a reset. Con este título en portada, el Financial Times, diario económico de referencia, propuso el jueves reiniciar el capitalismo. Y para remarcar el giro editorial, ese día levantó el muro de pago para permitir el libre acceso a su edición digital. Lionel Barber, editor del diario, lo explicaba así: “El modelo capitalista liberal ha brindado paz, prosperidad y progreso tecnológico durante los últimos 50 años, reduciendo la pobreza y elevando el nivel de vida en todo el mundo. Pero en la década posterior a la crisis financiera mundial el modelo está en cuestión, principalmente por centrarse en maximizar las ganancias y el valor para los accionistas. (…) Es hora de un reinicio”.
Semanas antes, la Business Roundtable, una plataforma que reúne a 200 de las mayores empresas de Estados Unidos, había lanzado un insólito comunicado en el que proponía redefinir los objetivos corporativos y abogaba por abandonar el dogma de que el interés del accionista debe prevalecer sobre cualquier otro. Que el club al que pertenecen gigantes como Apple, JP Morgan o General Motors diga que el accionista debe ser considerado uno más a la hora de tomar decisiones es muy significativo. Proponen situar al accionista al mismo nivel que los trabajadores, los clientes, los proveedores y las comunidades. Cada una de estas partes es esencial, dicen, y se comprometen a crear valor para todas porque de ello depende el futuro de las compañías, las comunidades y el país.
La Business Roundtable sitúa al accionista al mismo nivel que los trabajadores, los clientes o las comunidades
Lástima que no lo hubieran pensando antes porque, ¿cuántas empresas han decidido despidos masivos para aumentar beneficios y dividendos? ¿Y cuántas veces la notificación de un ERE ha provocado la subida de las acciones en la Bolsa? ¿Cuántas externalizaciones y deslocalizaciones se han hecho para satisfacer a los accionistas? Fue el Nobel de Economía Milton Friedman quien teorizó que “las corporaciones existen principalmente para servir a los accionistas”. Si estuviera vivo, sufriría una sacudida porque el comunicado lo desautoriza claramente. Vehemente defensor del mercado, la desregulación y el achicamiento del Estado, Friedman es el ideólogo del neoliberalismo más descarnado. Como explica Naomi Klein en La doctrina del shock, las teorías de Friedman y la Escuela de Chicago han causado estragos en el Estado de bienestar. Tras una primera prueba en el Chile de Pinochet, se extendieron por todo Occidente con Ronald Reagan y Margaret Thatcher como abanderados.
Que el Financial Times o la Business Roundtable las pongan ahora en cuestión indica que detectan movimientos en las placas tectónicas del capitalismo. El estallido de la crisis en 2008 fue un golpe psicológico tan grande que hasta Nicolas Sarkozy proclamó que había que refundar el capitalismo. No le hicieron mucho caso. Se impuso de nuevo la doctrina del shock. La teoría de la crisis como oportunidad. Así lo explicaba el propio Friedman: “Solo una crisis —real o percibida— da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis se produce, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que esa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable”. ¿Les suena? La crisis como pretexto para imponer contrarreformas sociales: políticas de austeridad para recortar el Estado de bienestar; reformas laborales para reducir los salarios y generalizar la precariedad…
La riqueza se concentra de forma tan obscena que los ricos ya no saben qué hacer con tanto dinero
¿A dónde llevan estas políticas? Economistas tan influyentes como Thomas Piketty, Joseph Stiglitz o Paul Krugman han advertido sobre el peligro del aumento de las desigualdades. La riqueza se concentra de forma tan obscena que los ricos ya no saben qué hacer con tanto dinero, mientras capas cada vez más amplias de la población quedan a la intemperie excluidas del bienestar. El modelo neoliberal rompe la cohesión social y deja sin horizonte a las nuevas generaciones.
Los caballeros de la Business Roundtable empiezan a ver las consecuencias: “Estados Unidos merece una economía que permita a cada persona tener éxito a través del esfuerzo y la creatividad y llevar una vida digna”; “hay que proteger el medio ambiente” y “fomentar la diversidad, la inclusión, la dignidad y el respeto”. A este coro se unió hace dos días la voz de Jeff Bezos, el hombre más rico del planeta: “Hasta ahora hemos estado en medio del rebaño, pero ahora queremos ser líderes y modelos de comportamiento”, dijo al presentar el plan de Amazon para reducir emisiones. Mientras los gurús de la economía hablan de que viene una nueva recesión, la marea de jóvenes en defensa del planeta no deja de crecer en un movimiento global que impugna todo el modelo económico. ¿Será que le han visto las orejas al lobo?